DIOS ENVIÓ A JESÚS AL MUNDO—
SABE USTED PARA QUÉ?
Esta pregunta parecerá innecesaria, y fuera de lugar, para muchos que se aprecian de ser cristianos. Y es que los cristianos creen que Cristo fue enviado por Dios al mundo para morir en la cruz y salvarnos así de la condenación eterna. Pero: ¿Dijo Jesucristo, en algún momento, que Dios lo envió expresamente al mundo para que muriese en la cruz por los pecadores? Muchas personas tienen un desconocimiento total de la razón de la venida de Jesús al mundo---¡Y usted puede ser una de ellas!
Jesús Revela la Verdadera Razón de su Venida al Mundo:
¡Quién más indicado que Jesús mismo para decirnos para qué lo envió Su Padre al mundo! ¿No le parece a usted?¿Podemos acaso encontrar el pasaje bíblico en donde Jesús revela la verdadera razón de su venida al mundo? La respuesta es un rotundo sí. El texto se halla en Lucas 4:43, y usted tiene que leerlo en su propia Biblia ahora mismo si es posible. Dice Jesús: “Pero él les dijo: Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para esto he sido enviado”. (También leer Marcos 1:38)
Observe que Jesús es enviado expresamente para algo, y ese algo es para anunciar el evangelio del reino de Dios. Por otro lado, es interesante notar que Jesús no dice, en ningún momento, que Dios lo envió a morir por los pecadores. Más bien su muerte en la cruz sería la consecuencia de su predicación del evangelio del reino de Dios.
La Muerte de Jesucristo: Una Necesidad Imperiosa:
Jesús tomó conciencia que su muerte era una necesidad ineludible que cumpliría el propósito inicial de Dios de redimir al hombre de su estado caído y pecaminoso (Apocalipsis 13:8). Y es en Marcos 8:31 donde Jesús por vez primera anuncia su muerte a sus discípulos. El texto dice así: “Y comenzó a enseñarles que le era necesario al Hijo del Hombre padecer mucho, y ser desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días”.
¿Por qué razón matarían a Jesús sus enemigos o detractores? En Marcos 11:18 encontramos la respuesta: “Y lo oyeron (a Jesús) los escribas y los principales sacerdotes, y buscaban cómo matarle; porque le tenían miedo, por cuanto todo el pueblo estaba admirado de su doctrina”.
Los líderes religiosos querían matar a Jesús por causa de su doctrina o evangelio. Tenían miedo que su mensaje se hiciera cada vez más popular y aceptado por los judíos y los gentiles. Entonces vemos que su muerte sería la lógica consecuencia de su anuncio de un evangelio impopular para los intereses de los líderes religiosos judíos y de Roma misma.
Algo similar leemos en Juan 8:37,40, donde dice: “Se que sois descendientes de Abraham; pero procuráis matarme, porque mi palabra no halla cabida en vosotros...Pero ahora procuráis matarme a mi, hombre que os he hablado la verdad, la cual he oído de Dios...”.
La Incomprensión de Sus Apóstoles:
Hubo momentos en que Jesús eludía su trágico destino simplemente porque aún no era su hora de morir. No obstante, los discípulos no entendían cuál era la necesidad que tenía Jesús de morir. Pedro, su apóstol, tomó a Jesús aparte y le dice: “Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca” (Mateo 16:22).
Hasta ese momento los discípulos parecían no entender cuál era la necesidad de Jesús para morir y ser resucitado al tercer día. Ellos estaban pensando carnalmente, humanamente, pero no espiritualmente. Aún Pedro mismo no lo entendía cabalmente. Y en el camino de Emaús, dos de sus discípulos aún mantenían un concepto errado de la venida de Jesús, cuando le dicen al forastero (Jesús resucitado): “Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy ya es el tercer día que esto ha acontecido.” (Lucas 24: 21).
Es evidente que los discípulos aún no tenían un concepto cabal del propósito de la venida de Cristo a su pueblo. Ellos aún estaban creyendo que el reino de Dios se establecería en su época, y no para su segunda venida en gloria. En el libro de los Hechos 1:6, cuando Jesús ya estaba nuevamente con ellos resucitado, los discípulos le preguntan: “Señor, restaurarás el reino a Israel en este tiempo?”
Ya podemos imaginarnos lo extraño que les habrá parecido a los discípulos oír a Jesús decir en la “Parábola de las Diez Minas”: “Un hombre noble se fue a un país lejano para recibir un reino volver” (Lucas 19:12)
Nosotros ahora sabemos que Jesús estaba hablando de sí mismo, y de su subida al cielo para recibir la autoridad de gobernar, y luego volver a la tierra. Pero: ¿Lo entendieron así sus seguidores? Ellos aún estaban pensando en una inminente restauración del reino davídico, y así lo dejaron notar cuando, al entrar Jesús en Jerusalén, la multitud exclamó: “¡Bendito el reino de nuestro padre David que viene!...” (Marcos 11:10).
¿Cuándo fue que comprendieron los discípulos Realmente?:
Ahora tenemos el gran acontecimiento de Pentecostés. El Pedro que había sido tildado de “Satanás” por Jesús, por negarse a aceptar la posibilidad de la muerte de su rey, ahora es él mismo quien explica a sus paisanos judíos que Jesús era efectivamente el Mesías esperado, y que le había sido necesario sufrir y morir primero y resucitar para volver al cielo, para después regresar en gloria para instaurar su reino. Sus palabras son éstas:
“A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. Así que exaltado a la diestra de Dios, y habiendo recibido el Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que veis y oís...Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha hecho Señor y Cristo.” (Hechos 2:32,33,35).
Ahora Pedro comprende que Cristo era el verdadero Mesías, cuando Dios lo resucita y lo llama a su gloria. La visión de Daniel 7:13,14 cobra para él el sentido verdadero. Además, en el pórtico de Salomón, Pedro les dice a otros paisanos judíos: “Pero Dios a cumplido así lo que había sido antes anunciado por boca de todos los profetas, que su Cristo había de padecer” (Hechos 3:18).
Por fin Pedro llegó a comprender que era necesario que Cristo primero tuviera que padecer y morir por la causa del evangelio que predicaba; muerte que redundaría en la salvación de los creyentes. Además comprendió que Cristo era el verdadero Mesías esperado que tendría que volver nuevamente para cumplir con todas las promesas hechas a los padres. Sin duda, el Espíritu Santo aclaró muchas de las dudas que aún existían en las mentes de los discípulos.
El apóstol Pablo, por su parte, dirá de la muerte y resurrección de Jesús lo siguiente: “Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven”. (Romanos 14:9).
Sí, Jesús tuvo que morir para convertirse en el Señor y Cristo de los creyentes que esperan en él de todo corazón. Si él no hubiera resucitado, entonces vano sería creer en él y en sus promesas de vida eterna en el reino de Dios. Pedro y los demás apóstoles comprendieron que Jesús se ganó el derecho de ser el Mesías, al vencer hasta el final. Por eso leemos en Filipenses 2:8: “Y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.”.
Y en Apocalipsis 3:21 Jesús dice: “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”.
Nótese que Pedro dice que Dios lo hizo a Jesús: “Señor y Cristo” (Hechos 2:36)---¿cuándo? ¡Cuando fue resucitado y exaltado! (Hechos 2:32,33). Y fue exaltado porque fue obediente hasta la muerte (Filipenses 2:9; 2 Timoteo 2:5). Sí, Jesús venció y ¡se ganó su corona de rey! (Ezequiel 21:26,27; Daniel 7:13,14).
Los Cristianos Están llamados a ser reyes con Cristo:
Los Cristianos también están llamados a predicar el mismo evangelio de Cristo a todo el mundo habitado. Como consecuencia de ello los creyentes igualmente sufrirán como Cristo sufrió por cumplir su cometido. Recordemos que la Gran Comisión de Cristo consiste en: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.” (Mateo 28:19).
Y Marcos lo registra de esta manera: “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura...” (Marcos 16:15).
Al dar testimonio del evangelio de Jesucristo, muchos serán insultados, apedreados, escupidos, y hasta asesinados. Esto se verifica al leer Apocalipsis 20:4 en donde leemos: “...y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios...”.
Es claro que ningún cristiano “mudo” podrá ser perseguido y asechado por los enemigos de Dios. Es, pues, menester que el creyente imite a Jesús, así como Pablo lo hacía con Cristo: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” (1 Corintios 11:1).
Los cristianos que venzan hasta el final recibirán, como Cristo, su corona de gloria para ser coherederos en el reino de Dios. Nuevamente leemos en Apocalipsis 3:21: “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono...”.
Y en Apocalipsis 2:10 encontramos esta promesa de Jesús: “...sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida”.
Además Jesús dice en Apocalipsis 3:11: “He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona”.
Por lo visto estamos llamados a ser reyes con el Rey de los reyes, Jesucristo (Apocalipsis 1:6). Esta verdad no es comprendida por los cristianos que no estudian la Biblia. Estos “creyentes” ni siquiera saben qué significa la palabra “cristiano”. Cristiano es ser Mesiánico, y ser Mesiánico es ser partidario de la monarquía de Dios. Así: David, Salomón, etc, eran ‘Mesías’ o ‘ungidos’ para desempeñar sus cargos de reyes en Israel. No se podía ser rey en Israel si antes no se era ungido por el Sumo Sacerdote. Al ser Jesús ungido por Dios por su victoria o triunfo al cumplir con la misión de su Padre, Jesús se ganó su corona de gloria para ser el nuevo rey que tendrá Israel cuando él regrese por segunda vez. Del mismo modo, los cristianos son ungidos (2 Corintios 1:21) para heredar el reino y recibir sus coronas. Pero antes tendrán que vencer como Jesús.
Será únicamente cuando Cristo regrese que los cristianos vencedores tendrán la herencia en el reino milenario de Cristo. Por eso Jesús dice en Mateo 25:31,34: “Cuando el Hijo del Hombre venga...entonces se sentará en su trono de gloria. Entonces el rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo”.
Algo Más sobre el Evangelio del Reino:
1.- Es el mensaje central de Cristo y sus Apóstoles. (Marcos 1:1,14,15; Lucas 8:1; 9:2; Hechos 8:12; 19:8; 20:25; 28:23,30,31).
2.- Es el mensaje que será predicado hasta la venida de Jesucristo al mundo (Mateo 24:14).
3.- Este evangelio del reino tiene poder para salvar a los que creen (Romanos 1:16).
4.-El Diablo intentará que las personas no crean en el evangelio y se pierdan para siempre (2 Corintios 4:4).
5.- El Diablo perseguirá a la iglesia que esté predicando el evangelio del reino y se valdrá de la “Bestia” o el “Anticristo” para ello (Apocalipsis 20:4).
6.- Los que venzan hasta el final heredarán el reino de Cristo en la tierra por mil años. Las naciones serán gobernadas por Cristo y su iglesia glorificada (Apocalipsis 20:6).
7.- La sede del reino de Dios estará en Jerusalén (Mateo 5:33-35; Jeremías 3:17; Miqueas 4:1-5; También (Salmos 122:1-9; Zacarías 1:17; 8:3,22,23;14:17).
8.- El Diablo y sus demonios estarán atados en el abismo durante el reino milenario de Cristo (Apocalipsis 20:1-3). El mundo gozará de paz, amor, y felicidad, sin la influencia maléfica de los espíritus impuros.
Resumen:
Es importante subrayar que Dios quiso redimir a los hombres a través del sacrificio de Su propio Hijo Unigénito (Juan 3:16). Jesús pagó el precio por nuestros pecados muriendo por nosotros en la cruz. No obstante, para lograr que Cristo pagara con su vida nuestras deudas con Dios, Dios tenía que enviar a Su Hijo con un mensaje que sería poco o nada apetecible para las autoridades religiosas judías y también romanas. Este mensaje o evangelio fue el verdadero motivo por el cual Cristo fe enviado al mundo por Su Padre. En otras palabras, se tenía que dar el motivo que provocara la muerte de Cristo, y ese fue el evangelio del reino predicado por Jesucristo y sus seguidores.
Más adelante, los apóstoles correrían la misma suerte, al morir cada uno en el martirio o el destierro.
Jesús venció hasta el final, e igualmente sus apóstoles. Nosotros igualmente tenemos que vencer hasta el final para ganar nuestra corona de gloria, y así ser parte del reino milenario de Cristo. Esto quiere decir que debemos anunciar ese mismo mensaje o evangelio del reino al mundo entero, ofrendando nuestras vidas si fuere necesario.
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